Refleja el potencial de la educación para acelerar la transformación de las realidades de exclusión, desigualdad y pobreza que aún persisten en las sociedades latinoamericanas, y cuya superación constituye un imperativo ético del que somos corresponsables tanto los gobiernos como las distintas instituciones, organismos internacionales y la ciudadanía en general. Asimismo, esta iniciativa se alinea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en los cuales se reconoce a la educación como catalizador indispensable de un desarrollo que solo será sostenible en la medida que se construya sobre la base de condiciones de igualdad y equidad.